Fortaleciendo la pesca artesanal y su comercialización: valor agregado con la herramienta de madurez comercial

Por Iván Greco

Interviniendo cadenas de suministro de la pesca artesanal en Chile

Imagina ser parte de un grupo de personas que trabajan en el mar extrayendo recursos, ya sea pescando, buceando o recolectando algas. Al terminar la labor, tu mayor preocupación no es solo la cantidad que lograste obtener, sino cómo venderla al mejor precio, siendo éste un valor que no siempre lo decides tú ni el grupo sino los intermediarios que controlan el mercado. La intermediación ocurre cuando el precio y el acceso al mercado dependen de terceros, no de quienes producen o extraen el recurso. Entonces, ¿qué harías si pudieras cambiar o intervenir este problema?

Ahora imagina que un grupo de personas del mar decide buscar alternativas para incidir en la formación de estos precios. Nosotros llamamos a estas alternativas proyectos de mejora comercial y productiva. Aquí es donde entra nuestra herramienta de madurez, la cual no evalúa la pericia de quienes se interrelacionan con los recursos. Jamás podríamos atribuirnos eso. Más bien, la herramienta observa diferentes aspectos de estos grupos en relación a sus objetivos de recuperar más valor de la cadena de suministro. Básicamente, evalúa qué tan preparados están los grupos para llevar sus productos directamente al mercado, con los grados de autonomía que necesitan para hacerlo de forma eficiente. Precisamente nosotros llamamos a eso “autonomía comercial”. Es decir, nuestra tesis es que con menor dependencia de la intermediación se podría lograr una mejora de los precios.

Evaluando los pilares del camino a una mejora comercial

Dicha herramienta evalúa varias áreas clave que actúan como pilares para lograr esa misión. Hablamos de cuatro dimensiones de análisis: Activos, Comercialización, Gestión empresarial y Resiliencia. 

En Activos, evaluamos si los grupos tienen las capacidades necesarias para operar: desde infraestructura adecuada hasta acceso a financiación y conectividad. Por ejemplo, si cuentan con acceso (propio o arrendado) a equipos y recursos necesarios para procesar su pesca y vender productos de mayor valor, o si es que esto es parte del plan de mejora. 

En Comercialización, el foco está en evaluar la capacidad autónoma de vender lo que se extrae y/o procesa. ¿Declaran sus recursos y ocupan trazabilidad? ¿Acceden a nuevos mercados? ¿Tienen una cartera de clientes que les permita diversificar y no depender de un solo comprador? Este es el tipo de preguntas que abordamos con los indicadores dentro de esa dimensión.

La Gestión Empresarial también es clave. Aquí los indicadores propuestos miden si el grupo sabe manejar el negocio que se proponen encarar. Por ejemplo, ¿tienen un rol gerencial definido? Porque, en nuestra experiencia observando grupos del sector artesanal, sin alguien (o grupo de personas) que tome las decisiones, todo puede acabar como un barco sin timón. Y en estos grupos, contar y confiar en quién lleva las riendas del negocio es crucial.

Por último, la dimensión Resiliencia observa aspectos que suelen pasar desapercibidos cuando se trata de la fortaleza de un grupo. Mide la capacidad de adaptación a los nuevos desafíos que implica la apuesta por una mejora comercial y productiva para personas cuya identidad tiene que ver más con la extracción que con manejar un negocio. Este pilar incluye, por ejemplo, la participación de juventudes, porque un grupo que incluye a las nuevas generaciones no solo asegura su futuro organizacional, algo que preocupa mucho en el sector pesquero artesanal en Chile, sino que también favorece la apertura a ideas frescas y nuevas formas de hacer las cosas. Entendemos lo mismo a la hora de observar aspectos de género, otro indicador dentro de esta dimensión. En estos grupos, la participación de mujeres y personas de diversas identidades es esencial para crear un entorno diverso y sostenible. La diversidad en los grupos promueve la innovación y mejora la toma de decisiones al incorporar múltiples perspectivas. En nuestra experiencia,  la presencia de mujeres en los grupos resulta clave.

Una herramienta viva y adaptativa para el logro de los objetivos

Lo que hace especial a esta herramienta es que se construye desde el terreno. Se desarrolla en diálogo constante con los grupos donde se la aplica. Éstos, junto con las observaciones junto a las personas locales nos enseñan qué necesitan, qué les falta. De esta manera, la herramienta no es estática, está en constante evolución. Cada vez que la usamos encontramos nuevas áreas para mejorar. Nosotros ajustamos los indicadores constantemente. Es un proceso dinámico, vivo.

Finalmente, las evaluaciones de la herramienta guían las intervenciones propuestas a los grupos, asegurando que estén alineadas con prioridades y capacidades. Nos da una visión clara de qué dimensiones necesitan más atención para que las personas puedan avanzar hacia una mayor autonomía comercial. Es como tener un mapa o plan de trabajo.

La idea romántica de “correr al intermediario” es un buen horizonte, pero no es tan lineal ni simple. No es simplemente pescar y vender. Tampoco es dejar de trabajar con el intermediario de un día para el otro. Pero sí se trata de hacerlo de manera progresiva, rentable y sostenible. Esta herramienta no solo les da a los grupos una evaluación de su situación actual, sino que les muestra el camino hacia una verdadera autonomía comercial, donde dependen en menor medida de prácticas con poder asimétrico o injusto. En pocas palabras, brinda herramientas para planificar un futuro.

Published Sep 26, 2024

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